martes, 27 de marzo de 2012

Volando a la velocidad de la luz.

Sirve de algo, volar sirve de algo.
Porque no hay cadenas ni pesos que te aten al suelo.
Porque olvidas la fuerza de gravedad, y solo existe
la fuerza de voluntad.

Sirve de algo ser caótico, ser natural... porque se es auténtico.
Porque en el universo hay caos y hay orden,
y es así como se ve la verdadera dimensión de las cosas,
al contemplarlas plenamente.

Sirve de algo postergar el aterrizaje, porque en el cielo
se navega entre nubes, se vuela con las aves,
y más arriba
se visita la luna, que es de queso y roca, y brilla verde y blanco.
Y aún más alto, algún planeta extraño y hermoso.
Otro mundo: el tuyo.

Sirve de algo volar contigo, sirve de algo.
Porque contigo el tiempo, en principio, se acelera.
Porque a tu lado siento que se viola la relatividad
y se puede viajar a la velocidad de la luz (aún teniendo masa).

Es que cuando se alcanza la velocidad de la luz,
el tiempo de repente se detiene.
Y eso es lo que quiero:
detener el tiempo a tu lado.

jueves, 23 de febrero de 2012

Un bonito recuerdo.

La otra tarde pasé por ese parque. Y en la segunda banca ví a esos dos tórtolos: él sostenía la mano izquierda de ella. Ella sonreía y él con su cara de idiota la obsevaba.
Deseé con toda el alma haber tenido un arma para dispararle a ese imbécil, para haber acabado esa cursi historia antes de que comenzara.

¿Pero cómo se asesina un recuerdo?
Éramos tu y yo en esa banca. Fue nuestro primer beso.
No hay disparos.
Solo una lágrima al recordar tu sonrisa y el sabor de tus labios.
Es un bonito recuerdo.

viernes, 2 de abril de 2010

... Y MUERE LA ESTEPA.

La otra noche pensaba en lo que consideraba eran sólo habladurías, nada más que mitos de viejas o recuerdos remendados con fantasías. Imagino éste ahora mustio territorio, en otro tiempo rebosante de caza, y abundante agua, en donde los osos se acercaban solo esporádicamente, y los incautos rebaños de caribúes pastaban en primavera, recién florecía de nuevo la sabana. Según cuentan los viejos, los nuestros vivían a sus anchas, recorriendo el valle a lo largo del Enisey. La vida es dura hoy en día, cada vez hay menos alimento y mucho menos territorio que en tiempos ancestrales, y aunque siempre hemos sido de hábitos nocturnos, cuidándonos de no ser vistos por las bestias salvajes, ahora menos por los insaciables invasores que arribaron hace ya algún tiempo. Siempre me he negado a creer que todo pueda ser tan fácil, aunque ahora, en medio del hambre y otras vejaciones, tal vez el desvaría me lleva a encontrar algún sentido y dar crédito a las palabras de los ancianos del clan.

Mis padres eran un poco difíciles, pero cariñosos. Su temperamento era complicado, aunque es normal cuando has criado y sacado adelante seis hijos. Mas no importa, gracias a ellos aprendí a defenderme y a ganarme la vida honestamente, respetando a mis compañeros. Aunque en el tiempo de mis antepasados, era bastante más seguro. Estas tierras eran nuestras y vivíamos en paz. Comíamos lo que la madre tierra no brindaba y cuidábamos que así siguiera siendo. ¡Bueno!, en invierno teníamos que ir un poco más al sur, pero estábamos acostumbrados. De todas formas aquí somos animales de costumbres. Era un buen lugar para vivir, podíamos cazar venados, de vez en cuando un reno grande, y vivir tranquilos, según cuentan los viejos. Sin embargo, solo hasta la generación de mis padres, tuvieron la oportunidad de disfrutar de aquel esplendor, ahora extinguido. De ellos no sé mucho, porque los invasores los asesinaron, poco después que mis hermanos y yo viniésemos al mundo.

Mi pueblo raza vivió feliz... hasta que ellos llegaron. Esas malditas bestias insaciables.

Mis ancestros relatan que hasta hace relativamente poco, la lucha era algo menos injusta. Raras veces nos hemos alimentado con su carne que es tierna y tiene hasta un buen sabor. Pero ellos solo matan por placer. Se han vuelto incontenibles, unos monstruos, ruidosos y nada disimulados, depredándose incluso entre ellos, cuando clanes rivales invaden territorio. Han asesinado a muchos de los nuestros, aún cuando ya no competimos con ellos por la supervivencia. La lucha es en extremo desigual; muy pocos quedamos en pie. Mi raza siempre ha creído que es justo competir por el espacio y el alimento. Pero a las bestias nunca les ha interesado guardar el antiguo pacto de mutuo respeto que tenemos con la madre naturaleza: vida por vida, no vida por muerte. Estamos aquí mucho antes que ellos, pero ante su excesivo apetito poco podemos hacer.

Nos han forzado a dejar nuestro hogar y a empezar de nuevo, aunque ellos día tras día extienden sus territorios, a costa de lo que era nuestro por antigüedad. Empiezan a rodearnos y hemos decidido dejar éstos parajes, mudarnos un poco más al norte. Supongo que tendremos que acostumbrarnos a los osos, de todas formas ellos también tienen sus problemas. Tendremos que acostumbrarnos a un cambio climático: el hielo del ártico retrocede más y más cada año. Ya casi no hay caribúes, las aguas del río han retrocedido bastante, y con ellas, los rebaños. Hasta el mismísimo Baikal se está secando. De algo estoy seguro... el hogar donde crecimos está siendo consumido por esas malditas bestias. Por más que nos alejamos de sus territorios, nos persiguen para acabarnos, su voracidad poco a poco nos está extinguiendo…

Ahora atravieso velozmente la pradera, para no ser rastreado. La luna está alta y su luz amarillenta baña la tierra. El viento trae consigo el repugnante olor de las bestias humanas. A lo lejos escucho los aullidos de mi manada, y me uniré a ellos: tengo una camada que alimentar.

domingo, 6 de septiembre de 2009

AGUJERO NEGRO

Somos el crisol de las almas
y el final de todo sentimiento.
Aquí el fin de corazones (y de tragas)
¡Nuestra razón, su sufrimiento!

Sangre y furia: escudo y espada,
todo el dolor para el idiota enamorado.
Total locura y pasión desenfrenada
encontrarán si están a nuestro lado.

Camino sin salida, calle ciega,
para aquel que ame primero.
Su muerte pronta, ya le llega,
mejor aún: un agujero negro...

Perpetuo devenir hoy les aguarda
sufrimiento gratuito les tenemos.
Todo el que quieramos les guarda...
¡Somos VENENO! Y lo sabemos.

Legión infame y asesina,
que maldice y rezonga ante el amor.
Nuestro gozo es esa espina
que se entierra, punzante dolor.

Si nos aman, ya se buscan el dolor:
¡somos el Caos sin clemencia!
En nuestros labios la lujuria sin amor...
¡y en nuestros ojos la demencia!

MI VIDA EN DOS MINUTOS

Noche a noche van la luna y las estrellas
danzando a través del tiempo, y el espacio
día a día en su mundo, piensa en ellas
y persigue ese sueño, no a carrera: paso a paso.

Querer y buscar, tal vez, el ser querido
siempre solo, en las tinieblas, solo y frío
con el alma, con el ser muy encogido
anhelando el calor y la luz... ¡hasta el hastío!

¡Nunca miedo o titubeo en nuestra alma
una sola, para tres hoy es verdad
es rasgo común, ahora nuestra calma!
Equilibrio para dos, bien y maldad.

¿Sueño? De qué hablas! Detente un momento, observa:
qué pasa contigo, idiota, ¿qué pretendes?
no hay loco, ni poeta: soy la bestia... el que te enerva.
No hemos cambiado... ¿qué no entiendes?

Nunca ha habido en nuestra alma sentimientos
no olvides que hoy soy yo quien percibe los aromas;
Soy veneno, y me gusta atacar sin miramientos
mío es el control... ¡el nuevo orden formas toma!

¡Nunca miedo o titubeo en nuestra alma
una sola, para tres hoy es verdad
es rasgo común, ¡ahora nuestra calma!
Equilibrio para dos, bien y maldad.

Razón tienes, uno hablaba al principio del poema
pasó el tiempo, ya no es, hoy somos tres.
Maldad pura para quien el amor tiene de lema;
fuimos y somos: !un espejo del Revés!

Ven Poeta, salve Azrael, acércense al centro
no más discusiones, no hay razón... ovservaré;
porque en el fondo somos uno, muy adentro.
Ya no temen a los dos (¿o tres?), DISFRUTARÉ.

Nada hay eterno. Todo bueno o malo, es relativo
más que el Todo, nada dura, nada existe y permanece.
Todo es bueno y malo, a un nivel superlativo
nadie ve más allá de Dios, a quien todo pertenece.

Ahora nunca más gritos, se acabó, ¿que no lo ves?
ya sin sentido, sin razón de ser ya la guerra en lo interno.
¿estás seguro? La guerra eres tu, soy yo, somos los tres,
en batalla silenciosa... ¡ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO!

ORDEN Y CAOS, REFLEJO MAGNÍFICO DE LA MANO CREADORA
SU DIESTRA, EL ORDEN, SU SINIESTRA, EL CAOS, VIDA Y MUERTE.
INICIO, FINAL, NUEVO COMIENZO... LA VERDAD REVELADORA
ASÍ SOY, DUAL, CAÓTICO, ORDENADO... UN IDIOTA CON SUERTE.

¡JAMÁS MIEDO O TITUBEO EN NUESTRAS ALMAS!
DE A UNA SOLA, PARA TRES, HOY EN VERDAD.
NUNCA MÁS RASGO COMÚN, YA NO MÁS CALMA
EQUILIBRIO ENTRE DOS, PARA TRES, BIEN Y MALDAD.



Hoy son ustedes, mañana no sabemos qué depara
el futuro incierto, como todo lo mundano, se prepara;
no está escrito en ningún papel o piedra, desconocido
tal vez hoy sea yo uno más, en la lista, aparecido.

Puedo ser quien pueda arrancar sonrisas y tristezas a la par,
animal, mundano, imperfecto, equivocado, más sin par.

No tienen miedo a la bestia, ni al loco ni al poeta;
fuerte, caprichoso, racional... ¡el alma abierta!
Ninguna ata, ni pretende secuestrar mi libertad...
uno al fin podemos ser: ¡SOMOS LUZ Y OSCURIDAD!

lunes, 2 de junio de 2008

Memorias

La turbación se había apoderado completamente de mí, tanto así que desde aquel día en que la vi yacer inerte sobre el suelo siento que mi espíritu hubiese partido junto a ella, como si nuestro amor, aún después de la tragedia, fuese la cadena que nos atase a la eternidad, pues, aunque aquí me encuentro, no soy quien debería ser, pues para vivir tengo la necesidad de hallar su presencia dentro de esta inmunda realidad.

Hace algunos años, cuando la distancia quiso separarme de mi hermosa reina, lo único que añoraba era tenerla cerca de mí, y en mis sueños deliraba al sentir el roce de sus manos, cuando tomaba las mías y me decía con dulzura al oído: “ángel mío, todo estará bien”, y sin evitar las lágrimas todo mi ser escuchaba sus palabras, pues, en aquellos tiempos, sus frases me antojaban versos y sus conversaciones gratas poesías. En su intento de aliviarme con su pureza, sellaba la lección con un beso que elevaba mi alma hasta la gloria de los dioses, donde ella siempre se encontraba reunida con los ángeles, contagiada por la infinidad del firmamento, y así, en mi delirio, lograba entender el por qué de su frase: “es demasiado hermoso para poder explicarlo”, pero no fue necesaria una explicación, pues con ella aprendí que no es necesario morir para saber que vivimos entre espíritus celestiales.

Pero, ¿qué es el hombre para quejarse de sí? ¿Qué más podía pedirle a mi vida si tuve el honor de ser amado por una princesa? El remordimiento daba ahora una luminosidad oscura a mi alma, y ella, mi única luz, me había sido cruelmente arrebatada por la muerte, haciendo que desde ese momento mi nulidad fuese total y las tinieblas me impidieran retomar un camino. Era imposible, pues ¿cómo podría existir si la culpa devoraba mi corazón? ¿Cómo perdonarme si la sangre de aquella rosa roja, que acompañaba a mi hermosa al momento de su muerte, ahora tiñe mis ojos y ahora, cada vez que observo mi reflejo, siento que la muerte me estuviese citando?
Siempre fui un magnánimo defensor de la vida, así fuese la de la más minúscula criatura, pues mi amada me enseñó que cualquier ser, por insignificante que pareciese, llevaba un tesoro par todo aquel que lo respetase, y de allí que siempre nos divirtiéramos siguiendo el rumbo de las hormigas para hallar luego una rústica maravilla arquitectónica, llamada “colonia” por los ojos menos brillantes y las mentes apagadas; cuando intentábamos descubrir el porqué del gracioso movimiento de las aves al caminar en busca de alguna migaja, a lo cual ella respondía diciendo que era lógico porque estos preciosos seres sólo habían nacido para reposar en las alturas; las veces en que observábamos los inmensos árboles del bosque y olvidábamos discretamente lo demás, viendo sólo con maravilla y con tristeza la forma en que las hojas secas caían, inundando así los suelos, cubriéndolos con un sobrio follaje que simulaba una alfombra real, tan afortunada que resguardaría los pasos de mi dulce princesa; y en las noches, cuando la tímida luz de la luna iluminaba su hermoso rostro y, llena de claridad, más que una estrella, tomaba yo sus labios suavemente y en sus besos me elevaba hasta remotos e insuperables cielos. No puedo alejarla de mí, no quiero apartarla, pero ahora, al haber descubierto la sublimidad de mi alma por su gracia, encuentro en toda la naturaleza el olor de mi tumba: el sol se apaga, las mariposas mueren, las flores se cierran, el alegre cantar de los pajarillos desaparece, los colores se entristecen y la luz para mí ya no vuelve. El silencio ha tomado la voz de mi princesa y me ha dicho que vuele con ella.

Llevaba mi princesa un lazo blanco atado a su cintura el mismo día de su fallecimiento, ¡ay, mi hermosa, que seguía luciendo bellísima después de su muerte!, y decidí tomarlo atrevidamente, prometiendo que lo cargaría conmigo hasta el último momento de mi vida, ¡y qué dicha más grande! ¡Sea este lazo el que me ayude a traspasar la puerta que me encierra en mi fugaz existencia!

Ha llegado el momento. El lacito que ataba tu delicada cintura ahora rodea estrechamente mi cuello, y este roble ha tenido la fortuna de enlazar uno de sus extremos. Ahora dejaré que mi cuerpo desfallezca y, flotando en el aire, de esta manera, el bosque sentirá mi último suspiro, y la muerte vendrá en el acto por los restos de mi alma. ¡Aguárdame, amor mío! ¡Princesa, pronto te veré, pronto estaré contigo!



martes, 29 de abril de 2008

Carta breve al Pecador: Sugerencias.

Ser errante. Tu tiempo no es mas mi tiempo. Ni tu espacio es más el mío.
Nuestros caminos jamás volverán a cruzarse, salvo que tu sombra se extienda hacia los confines del existir, donde la vida se extingue y nace la nueva -cosa que dudo-.
Ahora que estás leyendo este epitafio, nada será igual. Vida nueva para ti, transición y desengaño.
No tienes que arrepentirte, solo déjanos en paz.
Jamás podrás olvidar. 

No podrás luchar contra lo inevitable -tu muerte-, lo inherente a tu ser, tal como lo supiste desde el primer instante de tu existencia.
Guarda tu vitalidad para aquellos que aún tienen una oportunidad.
Atesora tus secretos y envíalos a donde jamás los sepamos, a las abisales profundidades de tu conciencia.
Solo tu dolor y sufrimiento alimentan este hermoso jardín, haciendo que florezcan las losas de piedra, las coronas marchitas y el olvido.
Recuerda que aquí te esperamos... que ansiosamente aguardamos tu llegada.
Querido mortal... aquí yacemos los deshauciados y los muertos, dispuestos a cargar con tus pecados.
PD: Te puedes quedar con tus errores. Solo a para tí han de servir. Los recordarás todos -uno por uno-, y tu eterna agonía será no poder hacer nada por repararlos.